"Cuando el Ayuntamiento se ponga a inspeccionar bares, habrá muchos que no cumplan", avisa Luis Rey

Un remedio para algunas situaciones, pero que crea un "problema general en el resto de la ciudad". Tal es la opinión del concejal de Urbanismo, Luis Rey, sobre la nueva Ley del Ruido de Castilla y León, normativa vigente desde agosto del año pasado y que obliga al Ayuntamiento a modificar su Ordenanza sobre la materia.

De momento, sus efectos ya se han dejado sentir y se han traducido en trastornos para algunas pretensiones de negocio hostelero.

Presumiblemente, en el futuro supondrán un quebradero de cabeza para las atribuciones de control municipal. Y es que, cuando la Ley despliegue plenamente sus efectos en 2012, "en el momento en que el Ayuntamiento se ponga a inspeccionar locales, habrá muchos que no cumplan".

Por ahora los incumplimientos y los costes derivados de la adaptación han desembocado en denegación de licencias y traspasos que se inician, pero que acaban durmiendo por desinterés de los promotores. Rey apela a la necesidad de "buscar soluciones intermedias" ante los conflictos que surgen de la norma.

Uno de los obstáculos a la actividad que señala Rey es la distancia entre bares o restaurantes. Los 25 metros de distancia que tienen que mediar entre los nuevos establecimientos. El cálculo se realiza entre los extremos del recinto, es decir, de pared a pared.

La medida está pensada para impedir acumulaciones y molestias. Pero aplicada de manera general desemboca en un impedimento a la apertura en sitios donde difícilmente van a producirse saturaciones como en Rota de Calatañazor. Las víctimas: "bares de barrios", que nada tienen que ver con discobares en cuanto a ruido.

Por esta causa, el Ayuntamiento ha denegado cuatro licencias, en algún caso relacionadas con ampliaciones. Lo "más lógico", estima el edil, es que si la Ley quiere acabar con el caso puntual del malestar que generan los discobares, apuntara en esta dirección con rigor, pero distinguiendo otros casos.

Los 25 metros pueden suponer una ventaja para los más avisados, sobre todo en los sectores de nueva expansión. "Estamos detectando que en las nuevas promociones el propio promotor lo que hace es pedir una licencia de bar", refiere el concejal. Situarse antes que nadie en un punto, conociendo de antemano lo lejos que puede colocarse la competencia, es un importante refuerzo. Con los 25 metros, el primero que llega "es el que manda".

A ello ayuda además la tipología de las nuevas construcciones, muchas de ellas sin locales comerciales. El bar de zona puede ser un monopolio. La estricta medición es una "barbaridad", apunta Rey.

El segundo efecto inmediato de la Ley del Ruido ha golpeado a los traspasos. A los propietarios se les ponen los pelos de punta tras informarse de las condiciones impuestas. Tiene que encargar una medición de niveles sonoros a una empresa especializada. Al parecer, en Soria no hay ninguna y el trabajo ronda los 3.000 euros. El requisito disuade a muchos de seguir adelante y más si hay que iniciar luego reformas correctoras de insonorización. El propietario inicia el trámite, pero "no vuelve" por el Ayuntamiento, donde hay bastantes expedientes "retenidos". Muchos "no van a poder traspasar porque no cumplen", bares de día que nunca han sido conflictivos. "Sospechamos que eso pueda estar generando situaciones irregulares", explica el responsable de Urbanismo.

"Reformas costosas" o cierres

Lo más duro vendrá en unos años, al extenderse para todos los establecimientos la obligación de medidas de insonorización. Si no encaran "reformas costosas" o tendrán que cerrar. "¿Por qué nos vamos a inventar un problema donde no lo había?", se pregunta Rey sobre las derivaciones de la Ley del Ruido. O se plantea un sistema de "transición" que sea "lo menos gravoso posible" o la hostelería encara serias consecuencias. La potestad sancionadora corresponde al Consistorio.

Antes que imponer una distancia estricta para todos los nuevos negocios, con independencia en la zona en que se encuentren, lo ideal sería distinguir por casos. Rey rechaza que el criterio pueda regir en zonas en las que no hay conflictos acústicos. Para otras, se puede recurrir a la declaración de espacio acústicamente saturado. Es lo que el Consistorio prepara para Rota de Calatañazor, aunque no de manera inmediata.

Antes de realizar este paso, esperará al estudio que está elaborando la Junta, el mapa de ruido de la ciudad que seguramente señalará la realidad de Rota aunque tampoco se excluye que pueda aparecer algún otro lugar. "Lo más cauto" en cuanto a la calle de los discobares es demorarse hasta tener el mapa sobre la mesa, asegura el concejal.